Turismo y paisaje forman dos realidades íntimamente relacionadas . Nogué (1992) “la imagen más frecuentemente utilizada para difundir un determinado centro turístico es, precisamente, su paisaje”. De ahí la importancia de contar con paisajes de cierta calidad, y saber gestionarlos de una forma racional; tanto en cuanto que son unos recursos naturales muy frágiles. Si tomamos de referencia que cualquier proceso de recuperación, una vez degradados, es costosa y, en casos más complejos, imposible alcanzar (Aide at al. 2000).
El paisaje puede ser definido como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” (Convenio Europeo de Paisaje, 2000).
Esto nos indica que el paisaje es el resultado de la sociedad, la producción y la cultura que se desarrollan en un territorio y un momento determinado. Sin embargo, en todo paisaje hay, fruto de la evolución, una superposición de elementos sociales, económicos y culturales de distintas épocas (Nogué, 1992).
Cualquier territorio es rico en singularidades locales, que se expresan físicamente, materialmente e inmaterialmente, por medio del paisaje. Como indica Font (1992), cada cultura crea sus propios arquetipos paisajísticos, sus símbolos y sus interpretaciones peculiares frente al paisaje y sus elementos significativos. Esto convierte al paisaje en una ventana a través de la cual el turista puede ver y observar una cultura diferente y aprender sus señas de identidad. Más aún, el paisaje proporciona al turista el “sentido del lugar” y, con ello, contribuye a aumentar la satisfacción del visitante, como factor de creación de riqueza y bienestar.
Para que el paisaje pueda proporcionar el sentido del lugar es necesario que conserve su carácter y autenticidad, aspecto éste que no debe de interpretarse como una fosilización del mismo (Nogue, 1989). La autenticidad está ligada a la especificidad y originalidad de sus elementos constitutivos sin cuestionar su dinámica; sino como un lugar vivo con memoria del lugar.
De esto modo, podemos distinguir dos factores claves donde resulta revelador que el paisaje es un elemento importante para el turismo, de acuerdo con Picazo (2012) es:
- Un patrimonio paisajístico bien conservado y agradable es un factor clave para la elección del viaje. Son destinos turísticos de calidad aquellos que tengan una percepción global de calidad, y precisamente el paisaje es un aspecto fundamental en esa percepción global.
- El cambio de paisaje, el contraste entre lo que el turista ve de un primer vistazo en el destino y lo que habitualmente ve desde las ventanas de su casa, es lo que sugiere al cliente haber llegado a un “lugar distinto” en el que se dispone a pasar un tiempo de ocio.
En coherencia con lo expresado al inicio, no es extremo decir que la calidad visual y estética que mantenga un destino turístico es una pieza clave para su éxito; por cuanto la implantación de la actividad turística está en gran parte basada en la atracción que ejerce un determinado paisaje, que se convertirá en un bien de consumo gracias a dicha actividad turística. Razón, que el valor que aporta el recurso paisajístico a la actividad turística estriba, según Picazo (2012), en:
- El disfrute estético, indispensable en cualquier viaje turístico.
- La sensación de estar en un entorno diferente al habitual.
- La satisfacción emocional asociada a lugares placidos, bellos o de paisajes fuertemente contrastados.
- La búsqueda de lo genuino y lo diferenciado en el destino.
- La autenticidad territorial que distingue a un destino frente a la estandarización o la banalización de otros.
- La percepción positiva de la armonía en el sistema de articulación de núcleos urbanos, tipologías arquitectónicas o elementos culturales del destino visitado.
Más allá de las consideraciones estéticas y visuales, y si acaso afectivas, el paisaje como recurso turístico en sí mismo, puede hacerse considerando que el paisaje es (Picazo, 2012):
- Un elemento no solo intrínsecamente valioso por su estética, sino también muy útil para explicar la historia (natural, cultural y humana) del territorio que se visita.
- Un recurso globalizador, que resume la personalidad del destino.
- Un parámetro motivador, como escenario que contiene elementos que animan a la exploración y el disfrute.
- Un perfecto estimulador de los sentidos.
- Un generador de emociones que, bien gestionado y comunicado, genera empatía, cercanía y apreciación global por el destino que se visita.
Por otro lado, la actividad turística puede desempeñar un importante papel como factor positivo en la recuperación de paisajes (Mathieson y Wall, 1986), por ejemplo:
- Recuperar parajes, edificios, cascos históricos deteriorados.
- Revalorizar prácticas y actividades productivas ancestrales.
- Proteger y regenerar ecosistemas para poner en valor como nuevos recursos turísticos.
- Estimular la transformación de viejos edificios y lugares como nuevos centros turísticos.
- Crear la necesidad de establecer controles administrativos y de planificación imprescindibles para mantener la calidad del paisaje, con el fin de garantizar una experiencia satisfactoria.
Dentro de este contexto, todos somos conscientes que asistimos actualmente al desarrollo de un turismo muy ligado al territorio, a su historia y a sus modos de vida, muy ligado por tanto a sus paisajes tradicionales. Haciendo que el turismo se extienda en cualquier espacio rural cuyo paisaje guarde cierto carácter y autenticidad. Un ejemplo de ello, es el agroturismo que aporta al destino el atractivo que supone el acercamiento de las personas al entorno rural. Siendo un sutil instrumento turístico que nos introduce a otras formas de vida en favor del paisaje, las tradiciones, la cultura; y quizás de uno mismo.
En esta línea que cosas interesantes se están realizando y que podemos aprender de ellas. Por ejemplo, el Centro de Agroecología y Medio Ambiente de Murcia (CEAMA). Una iniciativa pionera en España que ha destacado como motor de desarrollo agroecológico en la región de Murcia, potenciando la cultura campesina, la investigación y el desarrollo de la agricultura ecológica, a través del turismo entre otras cosas (CIDECOT, 2015). Se basa principalmente en una serie de líneas:
- Desarrollo de sistemas agrarios sostenibles.
- Recuperación de biodiversidad agraria, natural y cultural de la zona.
- Diseño de bioitinerarios temáticos con los atractivos naturales y paisajísticos.
- Potenciación de la producción agraria ecológica, razas autóctonas locales y su integración con la vegetación de la zona.
Gonzalo de la Fuente colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente como docente de los cursos: Turismo y desarrollo sostenible y Paisaje e intervención ambiental